Querido Santo Padre:
el honor de dirigirme a su Santidad, represento también a otras
discapacidades, visual, intelectual, ..... Mi caso es este:
Yo nací con un problema que al principio les pareció a todos
insuperable, nací sordo y al borde de la muerte. Gracias al amor que
sintieron por mi, aun sabiendo que podía ser un obstáculo para sus
vidas, siguieron adelante. Esto nos ha ayudado a superarnos, a no
rendirnos nunca. He descubierto que esto es de lo que son capaces de
hacer unos padres hacia su hijo para sacarlo adelante, cuando el amor
que sienten hacia él es insuperable.
El hecho de tener una discapacidad nos ayuda a conocernos mejor, a ser
mejores y sobre todo a entender los problemas de los demás. No nos
sentimos igual que los demás, nos sentimos apartados, solos,
diferentes. Pero hay algo que me llama mucho en mi interior, creo que
eso es amor, que me ayuda a entender que no estoy solo. Mamá siempre
me ha dicho que si yo no estuviera sordo no sería como soy. La soledad
que siento en mi interior en algunos momentos me desanima. Gracias a
Dios me siento muy integrado por la amistad de mis compañeros y
familiares y es lo que me ha ayudado a superar los momentos mas
difíciles. En nombre de mis compañeros agradezco a los familiares la
entrega para ayudarnos a superar las dificultades, a los amigos por
conseguir que nos integremos, sintiéndonos como uno más. Doy gracias
a Dios por darnos las virtudes y la fortaleza necesaria para salir adelante.
La virgen Maria, a la que fui consagrado al nacer, nos indica el camino
para acoger a los demás como son y construir juntos el reino de Dios.
Gracias Santo Padre por estar hoy con nosotros y ser tan cercano.
Querido Santo Padre, gracias por que su presencia nos indica cual es
el camino a seguir y este es Jesucristo, un amigo que te sostiene a lo
largo del camino.