jueves, 13 de septiembre de 2012

Proyectos fallidos de persona

 Las personas, a lo largo de nuestras vidas, podemos alcanzar las más altas cotas intelectuales y morales, pero también las más bajas. Hay ejemplos de todo: Newton habría alcanzado las más altas cotas intelectuales. Madre Teresa habría alcanzado las más altas cotas morales.
Por otra parte, tenemos también ejemplos de poco aprovechamiento de las capacidades intelectuales y morales en nuestro entorno de sociedad opulenta. Probablemente todos tenemos en la cabeza personas que, prácticamente nunca han hecho lo que se esperaba de ellas: salvando la infancia, cuando llegó la niñez poco más había que hacer que ser buen alumno y obedecer a los papis: pues no, ni buen alumno ni obediencia. Llegó la adolescencia, con sus ensimismamientos, sus egoismos y sus locuras y no dejaran de hacer ninguna de las que tocan; siguieron sin estudiar y no es fácil encontrar algo que hicieran bien: de trabajar, nada, ¡ni un palo al agua!, que salpica. Y así han ido pasando la vida. Han tenido la suerte de encontrar a alguien que les mantenga y van pasando la vida sin enterarse de nada. Porque los que no tienen a nadie que les mantenga, ¡vaya que si se enteran!: la propia necesidad de sobrevivir tiene sus exigencias de esfuerzo y, quieras que no, no hay más remedio que arrimar el hombro.
Bien porque no sabe, no tiene oportunidades, no puede o no quiere, una persona puede fallar en su proyecto de vida.
Es necesario, primero, definir el objetivo para, en contraste con él, juzgar si ha habido proyecto fallido o, por el contrario, se ha culminado con éxito.

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