martes, 6 de noviembre de 2012

El erotismo y la pornografía

Los romanos ya distinguían entre una y otra.
El impulso erótico lo sentimos todas las personas y lo encauzamos a través de un cauce que se configura en función de la cultura vigente y de las decisiones personales.
Como todo en la vida se puede vivir de distintas formas y hay formas que en función de la cultura vigente y de las percepciones personales pueden ser superiores o inferiores.
Según mi percepción personal la forma superior de vivir el erotismo es en una relación personal de amor con un proyecto de vida en común. Las razones son estas: le conviene a la especie, le conviene a cada persona, les conviene a los hijos que nazcan de esa relación personal de amor.
La forma inferior de vivir el erotismo es la satisfacción física al margen del amor y de un proyecto de vida en común.
La dificultad que tiene el vivir el erotismo en su forma superior viene derivada de las propiedades del impulso erótico, que es difícil de encauzar, especialmente en los años de la juventud y primeros de la madurez. A nivel de instintos guía, lo normal es tener que coordinar el instinto erótico con el instinto del amor erótico: los varones tienden más que las mujeres a disociar uno del otro.
Más allá de estos dos instintos, está la valoración personal, siempre condicionada por la valoración cultural vigente tanto en el grupo cultural más amplio, como en los grupos culturales de los que cada uno forme parte, que cada uno haga de la relación personal de amor, ya no instintivo, y del proyecto de vida en común.
Y como en todos los actos de la vida asociados a movimientos instintivos la conducta posterior y, por tanto, la percepción personal que se tenga, dependerá de la forma en la que se hayan encauzado estos actos instintivos en el pasado. Por ejemplo, como actos de la vida asociados a instintos voy a citar tres: la comida, la bebida y el acto sexual.
Sabemos que si en el pasado, en la infancia, los hábitos alimenticios han sido de un determinado tipo, en la juventud y en la madurez será muy difícil cambiarlos. Lo mismo ocurre con los hábitos de beber y los sexuales.
El pasado, y esto forma parte de una propiedad de la vida, tal como lo analizó Bergson, todo el pasado condiciona la psicología de cualquier persona en el presente.
Por eso, aun cuando una persona sea capaz de concebir intelectualmente un error en su forma de actuar (voy a hablar ahora de casos de dependencia), es el caso por ejemplo de los alcohólicos, su capacidad de control sobre los actos relacionados con la bebida queda condicionada para siempre por su pasado bebedor: la psicología de estas personas requerirá un apoyo especial para mantener la nueva conducta a la que se haya comprometido personalmente, e incluso, dentro del grupo.
Lo mismo ocurre con la alimentación o con la forma de vivir la sexualidad.
No obstante, hay una diferencia en los resultados externos. Así como el bebedor excesivo evidencia disminución de facultades y el comedor excesivo exceso de peso y, a partir de un determinado momento, problemas de salud, el sexoadicto no evidencia, normalmente, ninguna manifestación exterior. Sin embargo, de la misma forma que los dos primeros viven interiormente su mayor o menor drama personal a medida que van siendo conscientes de las deficiencias exteriores e interiores, también el sexoadicto llega un momento en que vive su experiencia como un drama personal.
Esto que para una persona madura forma parte de su experiencia personal, para una persona joven es difícil de entender, aunque quizá le pueda ayudar la experiencia contada por personas públicas, como Michael Douglas, que en los años 90 pasó una temporada en una Clínica especializada en Arizona para curarse. O como David Duchovny o como Robbie Willians que admite satisfacer su voraz apetito sexual con prostitutas. O como Camberlain un jugador de baloncesto que anotó en su agenda unas 20.000 mujeres desde los 15 hasta los 63 años cuando murió. O Jack Nicholson que ha descrito su vida como una larga fantasía sexual, le gusta el sadomasoquismo y ha tenido relaciones sexuales con unas 2.000 mujeres. Charlie Sheen al que sin excepción menciona las prostitutas famosas que han revelado los nombres de sus clientes famosos. Tiger Woods, también recibió tratamiento clínico en Mississippi.
Alguna clínica se ha atrevida a hacer la estadística hablando del 6 % de la población adicta al sexo, con este sentido de dependencia, siendo cuatro veces más fecuente en hombres que en mujeres.

Siguiendo con la denominación de la cultura romana antigua, llamamos pronografía a esta forma desencauzada de vivir el impulso erótico, tiene dos problemas:
- Ver a los demás como máquinas eróticas con dificultad para percibir personas y relaciones de amor. Tendencia a disociar el amor del erotismo.
- Dificultad para dar marcha atrás cuando se ha vivido de forma dependiente del consumo pronográfico. Como es lógico, se buscarán experiencias sexuales cada vez más placenteras, dando cada vez más importancia a la calidad del placer, que, por otra parte, será cada vez más difícil de conseguir, llegando a partir de un determinado momento a disociar la sexualidad de la relación personal con las personas con las que se practica y buscando a toda costa el gozo sexual.

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